Viendo pasar las nubes a toda velocidad

Hoy doce de junio de dos mil doce me he sentado a la sombra de un ciprés.

Estaba prácticamente sólo. Veía la presteza de muchas tumbas, con sus letras repintadas de blanco nuclear, sus cursis virgencitas y el evidente deterioro que 21 años han dejado en la tumba de papá, nada preocupante pero se nota el paso del tiempo. En cambio tumbas cercanas de igual antigüedad están como nuevas. Y yo pensaba ¿hemos abandonado a papá? ¿Cabe pensar que esas tumbas tan “limpias y relucientes”, con esas flores sean de gentes que quieren más a sus ausentes que nosotros? Seré breve en mi respuesta: NO, porque papá no está ahí, ni en el cielo ni habrá resurrección de la carne, papá está en nuestra memoria, en las fotos, en los recuerdos, en el precioso libro de mamá, en su blog. Y ESA es nuestra manera de sacarle brillo al marmol, recordándole, manteniéndolo en la memoria de quien le conoció.

Muy a pesar de los que quisieran que estuviéramos dándole al mármol con “Cristasol” o con lo que se le tenga que dar y nos quedáramos calladitos. Los que se han dedicado a difamar y robar a la memoria de Joaquín sin haber ido NI UNA vez a visitar a su viuda. Los que la han denunciado, linchado por no se que razón. Los que quieren borrar la memoria de papá.

Cuanto más mayor me hago más rápido pasa el tiempo, lo cual, dadas las circunstancias es una verdadera puñeta. Hoy, sentado bajo el caniculón (medio a la sombra) pensaba y miraba el cielo, mientras oía a Edgar Meyer en mi iPhone. Miraba las nubes, y os juro, las veía más raudas que nunca ¿llegará un momento que todo vaya tan deprisa que pueda ver las nubes a toda velocidad por el cielo?

Por la tarde he ido a visitar a mamá. Por un azar Cristina ha descubierto un montón de viejas fotografias, preciosas de papá ¿Precisamente hoy? ¡Que casualidad!

Volviendo al ciprés: viendo pasar las nubes, cada vez más deprisa, por un momento, no estaba sólo.